“La soberbia de tu corazón te ha engañado; que dices en
tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?”
Abdías 1:3
Alfredo A. Calderón
Cámara
Los casinos o casas
de juego arrastran consigo un residuo peligroso, un ineludible legado de poder
agraviante, un sistema en que la esencia es el control total para ejercer sin
límites el ejercicio del poder. Ese que persigue a los enemigos y libera a los
incondicionales. El pasado jueves 26 de agosto 52 personas murieron en el
interior del Casino Royale de Monterey. Hilos de poder se movieron y la
sociedad no tuvo otra que velar y enterrar a sus muertos. De los permisos,
legalidad o forma ilícita de operar poco se tocó. Tabasco no es la excepción.
Llegó hasta la mesa de trabajo de este reportero copia de la Averiguación
Previa AP-VHSA-1era-1337/2012 un caso patético por lo que su naturaleza, por la
impunidad que conlleva, por los traumas sufridos y sus consecuencias para la
víctima. Una joven mujer: Carolina “N”, de rostro sencillo, logró entrar a
trabajar al Casino Taj Mahal ubicado en la colonia Bonanza. Al narrar el acoso
sexual y presunto intento de violación del que fue objeto, en su narrativa se deja
sentir el grado de indefensión e impotencia que sintió al recibir la agresión
por parte del gerente del Casino Taj Mahal, una persona que responde al nombre
Alberto Ramos Dávila, originario de Monterey.
La joven Carolina “N”, quien tenía laborando desde agosto
del 2011, laboraba dentro del Casino Taj Mahal fue llamada por Alberto Ramos
Dávila quien le informó que no le iba a renovar su contrato y que iba a ser
dada de baja por su bajo rendimiento laboral, cuestionando ella que no podían
renovarle el contrato porque desde que había entrado a trabajar no había
firmado todavía ningún contrato ni tenía derecho a IMSS ni a INFONAVIT, que
ellos, los dueños del Taj Mahal no les daban esas prestaciones que de acuerdo a
la ley laboral tenía derecho. Al notar la actitud no dócil de la joven, Ramos
Dávila optó por suavizar sus dichos y comenzó a decirle que podía ella firmar
en ese mismo momento un contrato donde tenía asegurada su planta, al tiempo que
le agarraba la mano, para terminar diciendo “tú sabes cómo hacerle”. Al darse
cuenta la joven de las intenciones no sanas del gerente del Taj Mahal, le dijo
que fuera claro en sus dichos, que no se anduviera por las ramas porque no
entendía ese tipo de lenguaje, rompiendo el protocolo Alberto Ramos abalanzándose
sobre ella, quien comenzó a forcejear y pasar del acoso sexual a un abuso más
fuerte; por lo que al luchar y zafarse Carolina, el gerente Ramos Dávila le
jaló la blusa y se la rompió, lesionándole además parte de su pecho con las
uñas.
Carolina “N” a como pudo logró salir del privado del
gerente para salir del Taj Mahal cuando fue interceptada por el jefe de
Recursos Humanos Mauricio May Pool,
originario del estado de Yucatán, quien la detuvo y comenzó a hablar con ella,
diciendo: “mira Carolina, tú seguramente interpretaste mal a Alberto Ramos,
pues él no pretendía abusar sexualmente de ti”. La jovencita en cuestión fue
clara en su cuestionamiento ¿Cómo me dice
Usted eso? ¡No está viendo como me rompió la blusa y me lastimó al jalonearme
para abusar de mí! La joven Carolina de inmediato salió de las
instalaciones del Taj mahal y se presentó ante las autoridades de la
Procuraduría General de Justicia a interponer su demanda, siendo enviada por la
licenciada Rosa María Lastra Mena, gente del Ministerio Público Investigador al
médico legista quien dio fe de las lesiones. Las pruebas periciales demuestran
que efectivamente existió un abuso, aunque habrá que tener presente que en los
casinos los gerentes tienen impunidad como requisito forzoso…
EL SEPTIMO SELLO
Después de recibir la documentación que amparan los
dichos de la joven Carolina “N”, este reportero se traslado al Casino Taj Mahal
a buscar la otra versión de los hechos…
LA
SEPTIMA TROMPETA
Mañana
les comento, sobre la amena plática sostenida entre el reportero y el gerente
del Taj Mahal, Alberto Ramos. También puede revisar esta columna en el blog http://alfredocalderon.blogspot.com/
.
Delaciones,
chivatazos y confidencias al teléfono 99 33 18 21 65…
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