“y fue reprendido por su iniquidad; una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre”…
2ª de Pedro 2:16
Alfredo A. Calderón Cámara
Adrián Hernández Balboa, depuesto dirigente del PRI estatal pertenece a esa clase de políticos sin derrotero moral; por lo mismo, su ejercicio fue nocivo para el PRI, la necia incomprensión del enaltecimiento a que Andrés Granier lo llamó lo amodorró a las realidades más bajas: la traición de hacer alianzas con Jesús Alí a espaldas de quien le había dado la confianza y lo que fue peor, su personalidad se amoldó a los perjuicios de negarse a rectificar el camino, su mente se abrazó a las supersticiones de un proyecto ajeno al granierista y su voluntad se sometió a los yugos de un Jesús Alí sin palabra; por eso, perdió su posición y extravió la dignidad que le impedía la complicidad en la oscuridad. Cuando le recomendaron una cubeta –porque su cabeza rodaría- busco inútilmente a quien había traicionado sin recibir respuesta alguna, envilecida su política le aconsejó el camino fácil de las servidumbres lucrativas de tocar puertas, pero ninguna se abrió, No entendió que las andaderas son disculpables en los niños y los enfermos; el político que no puede andar sólo, es un inválido.
Como todo político sin formación sólida Adrián Hernández deshonró y traicionó la confianza depositada en su ejercicio político, prefirió las dadivas de Jesús Alí a la conquista de la unidad priísta que Granier Melo le encomendó y como las “chachas” no encontró otra salida que por la puerta de atrás, la del cese fulminante sólo retenido por la obligada necesidad de cumplir las formas; aún así, pidió hablar en su despedida, se le dijo que no, necio y obstinado demandó la necedad de una “salida digna” y se le permitió que hiciera lo que quisiera y para seguir el derrotero de la indignidad lejos de renunciar a ocurrencias bastardas le encargó a Julio Burgos que trajera desde Cárdenas una “porrita” que rescatará su ego, disimulara su salida por la puerta trasera y loará una personalidad que todos los consejeros políticos vieron caer en pedazos, como cae en fragmentos un miembro gangrenado; habló, sí, pero su lengua perdió la aptitud de articular la verdad, su triste imagen fue nítida a los ojos de todos: el político sin nobleza que aprende a besar la mano de todos los amos y, en su afán de domesticarse, él mismo los multiplicó.
Adrián Hernández no entendió que sin ser ley escrita, el sentimiento que obliga a cumplir la palabra empeñada, debe ser superior a aspiraciones al vapor y al calor del poder, la palabra comprometida: impone el bien y execra el mal, ordena y prohíbe, refleja la conciencia moral del individuo que juzga sus acciones y las conmina o las veta, lejos de eso, entregó el PRI a las obnubilaciones de Jesús Alí; por eso hoy, Hernández Balboa lejos de caminar por Tabasco con la frente en alto teniendo la confianza del deber cumplido, en su paladar sólo tiene, el acíbar de la servidumbre…
EL SEPTIMO SELLO
Miguel Alberto Romero Pérez es un hombre de todas las confianzas del Ejecutivo Estatal, se sacó la rifa del tigre. Es un buen político que deberá en las formas encontrar cuáles son las reglas de la política, si es que las hay, por ahora está sentado ante un proceloso tablero donde cada pieza tratará de sacar provecho de su llegada…
LA SEPTIMA TROMPETA
Andrés Granier no juega a la política, ahora es cuando todos deben estar pegados a la pared, la cabeza de Adrián con que se echaron una “cascarita” los consejeros, es una prueba irrefutable que no deja lugar a dudas…
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