“Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo”…
Jeremías 5:8
Alfredo A. Calderón Cámara
Aunque este espacio se relaciona con la cosa pública, no deja de ser cautivado por algunas denuncias que llegan hasta la mesa de trabajo y que tienen que ser atendidas dado el compromiso social que se tiene; un caso de lo que estaba sucediendo en DICOMSA llamó la atención, todo provocado por un Carlos Sánchez Villegas que ganó sus ascensos gracias a los favores que hacía al jefe mayor, quien aficionado a deslizarse se dejó llevar por su subalterno hasta que las cosas poco a poco, sutilmente se salieron de las manos, asuntos delicados trascendieron los límites de la confidencialidad llegando hasta la hoguera pública de comentarios por lo bajo, donde aderezados por dimes y diretes a su paso dejaron entrampadas las honras de féminas que sin deberla ni temerla se vieron envueltas en un remolino de patrañas, donde hasta el jefe mayor lleno de miedo temblaba como poseído por el mismo diablo, llegando al límite de tener que correr a Sánchez Villegas para salvar lo insalvable: la suerte de la consorte y los tirones de una fidelidad en la que ya nadie cree, pues lo saldos han sido evidentes, todos en DICOMSA saben de qué pie cojea el jefe.
La reflexión es básica, a la demanda de tráfico de granos –maíz- en los que está sumido DICOMSA habrá que agregar que como anona podrida, el pus de la infidelidad brotó teniendo una constante: siempre la gente trata de influir en las otras personas, de decir que qué hacer y con qué frecuencia, pero por lo regular la gente se resiste a hacer caso a ese tipo de situaciones; sin embargo, hay un momento en que todos actúan de otro modo: cuando se enamoran. Y es ahí donde Sánchez Villegas una y otra vez durante el lapso que estuvo en DICOMSA fue cayendo una y otra vez bajo una suerte de hechizo, su mente fue abstraída y perdió la cordura, a los ojos de todos vivía emotivo y dejo de pensar con claridad, llegando a contaminar a su jefe mayor quien también comenzó a hacer tonterías que nunca en su sano juicio haría.
Pero poco duró el gusto, se rasgó el telón de los secretos qué de las alcobas salieron y caminaron por los pasillos de DICOMSA. A nadie le gusta ser torpe, tímido o incapaz de impresionar a la gente y eso fue lo que le pasó al jefe mayor, que todos sabían sus devenires ya que Sánchez Villegas, que casi era una especie de almohada le calentó la cabeza, pero al final no pudo resistir el canto de las sirenas y menos logro manejar ni reprimir el deseo de seducir hasta una escoba con faldas, dejando en sus afanes sin control la lengua y al descubierto los secretos que debía cuidar del jefe, atrayendo sobre sí dos cosas, la maldición por chismoso del todopoderoso de la institución y las miradas de un creciente número de personas –antes de ser corrido- por generar sin ambages, el placer de sentirse el conquistador de DICOMSA…
EL SEPTIMO SELLO
En tiempos en que gobernaba Benito Juárez, Ignacio Ramírez “el nigromante” escribió en el periódico el Liberal el 17 de octubre de 1867: …”Los partidos personistas humillan al individuo y son la mayor de las injurias para el pueblo; ni se les puede justificar ni concebir, bajo una bandera democrática…” Algún parecido con las instituciones políticas o con Andrés Manuel López Obrador en pleno siglo XXI, es pura coincidencia…
LA SEPTIMA TROMPETA
Hermoso el tema de los periodistas del tiempo de Juárez; sin embargo, mañana regresamos con política…
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